martes, 7 de agosto de 2007

Apetito o hambre


Tres de la mañana, el sueño se ha ido, sin avisar, simplemente un aplauso, un segundo, la idea de fumar un cigarro. No tengo sueño, de hecho, estaba dormido y ahora mis ojos están completamente abiertos y pudiese pararme e ir al baño o encender la computadora y escribir. Esa idea se repite, pero mejor me concentro en el sueño. No sucede nada.
Pienso en hambre. Tengo hambre, hambre en el sentido de triunfo. Pienso en hambre o apetito. Qué tengo. ¿Hambre o Apetito?
Qué diferencia hay. La escuela en la que estudias, la colonia en la que vives, los amigos que tienes, los lugares a los que viajas o viajarás o viajaste.
Tengo hambre, no apetito. Estudié en buena escuela, he viajado, tengo excelentes amigos. Pero sin duda tengo hambre, hambre de completar tantos sueños que se repiten por las noches y que sólo me emocionan y hacen que me levante extasiado buscando los tesoros que guardé debajo de la barra desayunadora. Pero no hay nada. Y eso me emputa. Por qué juegan los sueños conmigo.
En fin. Tengo hambre, hambre de lograr, hambre de seguir soñando, de seguir trabajando al 100 por ciento; hambre de ser y seguir siendo...
Tengo hambre de dormir, de evitar que los duendes se vuelvan a robar mi sueño.
Son las cuatro y diez de la madrugada, como la canción de Aute... imagino que fumo un cigarrillo, lo aviento en la banqueta de las ilusiones, sigo caminando hacia el portal. Mis ojos se han cerrado, sonrío, todo está en calma. Mi hambre se ha disipado. Eructo sueños, bebo anhelos, recogo el plato de los convenios...
Hasta mañana...

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